Tengo que reconocer que desde que tengo uso de razón en mi
casa siempre se comió comida tradicional, la que comemos la gran mayoría en su
casa, costumbres Argentinas y con una gran influencia Española e Italiana. Y
hasta hace unos años me costaba horrores abrirme a nuevas comidas, poder salir
de ese espacio de confort, por suerte de la mano de mi esposo lo hice con dos
alimentos muy comunes en la vida de cualquiera, pero que yo los detestaba, en
gran parte por ni siquiera haberlos probado, así fue como me enamoré del aceite
de oliva y de la crema pastelera. No solo me gustaron al probarlos, sino que se
volvieron indispensables en mi vida, todo lo como con aceite de oliva, es más
hasta puedo tomarme una cucharita para saborearlo realmente, y con la crema
pastelera es similar, si como facturas tienen que tener pastelera y cuanto más
tenga, mejor. Ni hablar de la tarta de frutilla y crema pastelera que en un 1
minuto me convierte en la persona más feliz del universo.
Si hace varios años, alguien me hubiese dicho de ir a
Sarkis, estoy segura de que hubiese dicho que no, pero por suerte mi cabeza se
abrió a nuevas experiencias y esta vez acepté con todo gusto. Hacía bastante que veníamos hablando de ir a
comer comida Armenia, y sin haber ido (por comentarios de amigos y leer
diferentes críticas) sabíamos que Sarkis era de lo mejor en esa especialidad,
pero la hora y pico de espera que tiene todos los días me sacaban bastante las
ganas. Pero ese sábado, fuimos al teatro a ver actuar a un amigo nuestro, y estábamos
a unas cuadras de Sarkis y después de las 12 de la noche, por lo que supusimos
que la espera sería bastante menor.
Salimos del teatro y fuimos para Sarkis, me asusté cuando vi
que siendo las 12:20 de la noche, todavía tenían bastante gente esperando
afuera, por suerte como a ese horario muchos se iban, entramos bastante rápido
(un poco menos de 15 minutos). Por el horario, no tenían varios de los platos
que quisimos pedir. Empezamos con media porción de humus de berenjena, ya que
de garbanzo no había, el cual estaba muy bueno, nos trajeron unos pancitos
árabes calentitos que por la hora y el hambre que teníamos fueron recibidos
excelentemente. De platos principales pedimos un Mante, que son unos mini
raviolitos de carne abiertos con un caldo y viene acompañado de una copa de
Yogurth para ponerle a gusto de cada uno, mientras que lo escribo me doy cuenta
que suena muy poco tentador, pero hay que reconocer que el gusto era riquísimo.
El otro plato principal que pedimos fue media porción de fierrito de ternera
(ya que por el horario no pudimos conseguir el de cordero), y realmente hay que
sacarse el sombrero con tal preparación, excelente por donde se la mire, yo
creo que en estos casos uno tiene que preguntar poco y disfrutar mucho y así lo
hice, no tengo mucha idea de que más tenía, además de la carne bien
condimentada, pude encontrar cebollas, tomates, un pan tipo árabe en la base y
para mi lo de arriba era una salsa de Yogurt, sea lo que sea vale totalmente la
pena.
En cuanto al tamaño de las porciones, tengo que reconocer
que tanto mi queridísimo esposo como yo somos de muy buen comer, y en este caso
sobró bastante de la carne al fierrito, las porciones son muy abundantes, y el
precio barato, lo que lo convierte en un gran lugar. Comida poco habitual, rica,
sabrosa, abundante y barata, más que nada para lo que sale hoy en día comer en
Buenos Aires. En este caso y con dos gaseosas y un agua, gastamos $278 sin
propina (teniendo en cuenta que tanto la entrada como uno de los principales
fue media porción y que aun así sobro comida, - Junio 2015). Otro a punto a destacar es la
muy buena atención de los mozos, quienes a pesar de la hora y de no parar de
tener el salón lleno atienden muy bien. Es un lugar donde volvería varias
veces, pero siempre en ese horario, donde la espera sea mínima, en este caso
fuimos dos solos, pero estoy segura que lo ideal es ir varios más para poder
pedir distintos platos y probar un poco de cada uno, no quedará otra que volver
por más!
