viernes, 27 de noviembre de 2015

Thierry Bistrot (Canning - Zona Sur PBA)

Tengo que reconocer que siempre en mi hogar hubo una gran influencia de comida Española e Italiana, supongo que como en la mayoría de las casas Argentinas, por lo que mi contacto con la comida Francesa comenzó de adulta y por elección propia.
Recuerdo el primer viaje que hicimos a Europa con mi esposo y como siempre mi mayor placer era pensar que íbamos a comer en cada destino y tengo que confesar que al que menos confianza le tenía era a Francia. Me deslumbraban los fiambres y mariscos Españoles, me enamoraba de cada foto de pastas y pizzas Italianas que veía, pero si pensaba en la comida Francesa pensaba más en la baguette y la pattiserie que en un plato de comida. Pero volví de ese viaje enamorada de la comida Francesa.
Luego de ese viaje, empecé a buscar restaurantes Franceses en Buenos Aires y a disfrutar de ellos. En su momento iba muy seguido a Bistró Verbena en Adrogué, que cerró hace unos meses y como salido de un cuento apareció Thierry Bistrot a unas cuadras de casa para saciar esa necesidad de comida Francesa. 
Este restaurant Francés está atendido por su propio Chef Thierry Duflos, un chef Francés que se mudó a Argentina y puso su primer restaurant en Canning, a 35 km del Oblisco Al abrir su puerta, uno se traslada a Francia en un segundo, su decoración, la música, los cuadros, los olores y el acento de Thierry te hacen sentir en un hermoso Bistro Parisino. El mismo cocina y atiende las mesas donde se presenta y explica cada plato de la carta que si bien es muy corta, para mi gusto es muy buena. Tiene menos de 30 cubiertos, lo que lo hace muy intimo y personalizado.
Mientras decidíamos que pedir, nos trajeron unos pancitos caseros, ya hablé en otro casos del amor que siento cada vez que me traen panes caseros, ese mínimo acto hace que todo el resto me parezca mejor. Para acompañarlos nos trajeron una manteca salada que estaba riquísima. Como atención nos acercaron un shot de pimientos amarillos que también estaba muy bueno.
En este caso decidimos pedir el menú degustación, que consistía en 5 pasos, todos ellos deliciosos, realmente cada bocado que uno come es un festival para el paladar, donde se mezclan los sabores y las texturas, produciendo sensaciones indescriptibles.
El primero era una masa de hojaldre perfecta rellena con frutos de mar, crema y cebolla de verdeo. La habíamos comido la vez anterior que habíamos ido y la recordaba así. Es excelente. La combinación del hojaldre y los mariscos con la crema es felicidad pura.
El segundo plato era una tarta quiche de muzarella y rúcula con hojas verdes. Debo admitir que no soy muy amante de este tipo de tartas, pero que esta estaba espectacular, la esponjosidad de la misma era algo impresionante, muy bien condimentada.
El tercer plato eran unos langostinos sobre arroz con puerros y espinacas al curri. Acá es donde tengo la primer y única crítica, el arroz era un arroz japones, como el del Sushi y personalmente a mi este tipo de arroz salvo que esté empapado en salsa de soja no me gusta. Obviamente que es un tema de gustos de cada uno, pero a mi me hubiese gustado más con un risotto por ejemplo. Los langostinos estaban excelentes tanto su gusto como su cocción y el condimento utilizado le quedaba muy bien.
El último plato salado era un lomo con una compota de cebolla, unas papas darphin y unas zanahorias y chauchas. Los vegetales estaban muy bien cocidos y muy sabrosos La carne con la compota de cebolla estaba excelente.
Por último la degustación de postres con tres mini porciones, una mejor que la otra. Tarta de manzanas con la receta de la abuela del Chef, realmente muy rica, una creme brulee de te de cardamomo y una mousse helada de pomelo que estaba espectacular.
Este menú está $320 por persona (Diciembre 2015), las porciones de cada plato son bastante chicas y al ser tan rico, te dejan con ganas de querer más, pero al finalizar la comida la suma de cada plato hace que sea satisfactorio.
El menú lo modifican cada dos meses aproximadamente.
Es un lugar para volver a probar distintos platos que uno no está acostumbrado a comer todos los días y darle una fiesta de sabores y texturas al paladar.

Sargento Cabral 1962 - Canning (A 35 km del Obelisco)







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