Amo los festivales y ferias de comida, no puedo explicar muy
bien el por qué, ya que generalmente detesto hacer filas y tener que esperar y
mucho más cuando se trata de comida. Pero tener tantas opciones de tantos tipos
de comida distintos y poder probar un poco de cada cosa me hace tan feliz que
logra que ame a estas ferias o festivales donde todo gira alrededor de la
comida y hasta pueda olvidarme que para comer un pincho de langostinos tuve que
esperar más de 30 minutos.
Los vivo con la ansiedad de un clásico, contando los días
para que lleguen, entro en la página del evento todos los días, trato de ver
los puestos que van a estar presentes y en los casos que se puede trato de ver
los platos que se podrán probar y hasta me hago una listita con lo que serán de
visita obligada. Toda la semana me voy imaginando como será ese día y que voy a
comer, me despierto feliz de saber que tengo por delante un día de feria gastronómica.
Y así llego Raíz, si bien esta es la tercera edición del
Festival es la primera vez que voy, el primer año no pude y el pasado me
encontraba de Vacaciones y no pude asistir, así que la carga emotiva hoy era
mayor por llegar a un lugar desconocido. Tampoco conocía Tecnópolis y por lo
poco que vi (no visité ninguna atracción donde no haya comida), me pareció muy
bueno, lo único malo era la cantidad de gente que lo hacía agobiante. Voy a
volver algún día de semana para poder visitar las atracciones que ofrece.
Raíz para nosotros fueron un poco más de tres horas, donde
no paramos de comer. Llegamos pasadas las 14 horas muertos de hambre y quisimos
arrancar con el chivito a la cruz que se nos hizo bastante difícil de
conseguir, ya que de 5 puestos que lo ofrecían, 4 no lo tenían más y en el que
lo conseguimos tuvimos que hacer una cola bastante larga, que valió la pena
100%. Mientras mi esposo hacía la fila por el chivito, yo compré en Sensaciones
de Oriente 6 piezas de Sushi que también estaban muy ricas. Los dos platos que elegimos para arrancar
fueron muy buenos, por supuesto lo peor que tienen estas ferias es comer con
los cubiertos de plástico, que para el chivito fue bastante costoso. Pero nada arruina lo sabroso que estaba. El
Sushi estaba muy bien y muy fresco, el Sushiman los preparaba en el momento
según el pedido, había que esperar un poco, pero te llevabas unos rolls recién
hechos.
Seguimos por el Patio Europeo, yo hice la fila en L´Atelier,
donde comimos un Pincho de Langostinos que estaba muy rico, pero la espera para
poder retirarlo fue infernal. Rescato que los langostinos empanados eran hechos
en ese momento a la vista de todos y la excelente atención de la chica que
tomaba los pedidos. Mientas mi esposo hizo la fila en el stand de al lado que
es El Banco Rojo donde comimos una brochette de panceta que estaba excelente,
una empanada de Cordero que si bien estaba picantita para mi gusto, estaba muy
buena y una hamburguesa de Cordero muy buena.
Seguimos la recorrida por la Ruta de la Empanada, donde
también hicimos una fila bastante larga y pedimos dos empanadas Salteñas y una
de humita, las tres eran muy buenas. Habíamos visto que había una de Chivito,
pero para esa hora de la tarde, estaban agotadas. La acompañamos con un sándwich
que lo pedimos de vacío pero que cuando fuimos a retirar nos cambiaron por bife
de chorizo porque no tenían más vacío.
Cuando pensamos en retirarnos y luego de pasar por el Patio
de los Foodtruck que estaba muy lindo, pero ya no pensábamos comer más nada,
nos encontramos con unas mollejas que pedimos en la Ruta de los Fuegos, que fue
lo más flojito de la Feria.
Antes de irnos quisimos visitar el patio de los Bodegones y
no pudimos resistirnos ante El Imparcial donde comimos una paella que estaba
excelente aunque le escatimaban un poco con los langostinos y una natilla de
postre para cerrar la tarde que también estaba muy buena.
Así se nos fue otra feria gastronómica más de las que nos
ofrece Buenos Aires casi todos los fines de semana. No las recomiendo para tan
seguido porque es un poco agotador tener que hacer filas y esperar para un
plato de comida (más que nada para los ansiosos como yo), teniendo que comerlo
muchas veces de parado y con cubiertos de plástico, pero para una vez cada
tanto (uno o dos meses para mi es lo ideal) es una hermosa experiencia gastronómica,
donde probar tantas cosas es un festival para el estómago y el corazón. Así que
ya estamos aguardando la próxima con la misma ansiedad de siempre que tenemos
los que amamos la comida.
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