Este postre se convirtió en mi preferido, tal es así que a
la mayoría de los lugares donde voy a comer, antes que nada me fijo si lo
tienen en la carta.
Fui probando distintas recetas hasta encontrar la que a mí
más me gustaba, hoy en día aprendí a hacerla bien espaciada porque nos resulta
adictiva y tiene el perfecto poder de trasladarnos a cada rincón de Francia que
hayamos visitado y donde hayamos probado su creme brulee, me hace volver a
sentir Francia en mi paladar en un segundo, me lleva a ese día que subimos con
mi esposo a la Torre Eiffel o esa noche que comí de las mejores comidas de mi
vida en Niza.
Lo que hace la diferencia de la creme brulee para mí es cuan
cremosa es y encontrar ese punto me llevo mi tiempo y distintas pruebas. Hoy en
día la hago totalmente con crema de leche, la cual hiervo junto a la mitad del
azúcar y unas gotas de esencia de vainilla, la otra mitad de azúcar la mezclo
con las yemas y otro poco de esencia. Una vez que la crema hierve, apago el
fuego y espero un buen rato a que se entibie un poco, igualmente lo voy echando
muy lentamente sobre los huevos y mezclándolo todo el tiempo para que los
huevos no se coagulen.
Una vez realizada la mezcla, la cuelo y la vuelco en los
potes que irán a baño maría a horno mínimo durante aproximadamente una hora.
Luego la guardo en la heladera para que esté bien fría al momento de comerla.
En algunos lugares la entibian, a mí me gusta mucho más fría. Al momento de servirla le agrego el
azúcar y la quemo con el quemador.
Con las claras que me sobraron para no tirarlas hice merenguitos
para la merienda, las batí con la batidora eléctrica a punto nieve con una
pizca de sal, un chorrito de esencia de vainilla y 3 cucharadas de azúcar y
luego a horno mínimo durante 60 a 80 minutos.
Ingredientes:
½ de Crema de leche
6 Yemas de huevo
100 gramos de azúcar
Esencia de vainilla c/n
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